Y COMO SE COMUNICAN CON NOSOTROS
Muchas cosas que suceden en el cielo son un misterio para
los de la tierra, pero otras están bastante bien discernidas como la
intercesión de los santos por nosotros, que supone siempre una
comunicación entre ambos, santos y nosotros. La experiencia indica
además que esa comunicación es de doble vía, enviamos y recibimos
comunicación, aunque a veces no podamos percatarnos por la “suciedad” de
nuestros sensores.
Fuente: Taylor Marshall para Canterbury Tales
La Iglesia Católica pide a un santo en el cielo la oración por las
personas, como una persona podría pedirle a un amigo oración. Sin
embargo, existe una gran diferencia entre pedirle a un amigo que ore por
mí que pedirle a San Pablo que ore por mí.
Por ejemplo, un amigo que está de pie en la sala me oye decir: “por favor, oren para que yo prepare una buena conferencia para la clase de mañana.”
Si yo fuera a pedir la misma “oración” a San Pablo, es obvio que no se
presentaría en la sala con los oídos corporales listo para recibir mi
petición vocal.
Entonces, ¿cómo esta oración se transmite a San Pablo? ¿Y si hay 2.000 personas pidiendo oraciones a San Pablo al mismo tiempo?
Algunos protestantes suponen que los católicos creen que los santos
son omniscientes y/o omnipotentes. La Iglesia Católica no enseña que los
santos en el cielo son omniscientes y/o omnipotentes. Así que si no son
omniscientes, ¿cómo es que “escuchan” las peticiones de oración que
vienen de la tierra?
La respuesta es el Espíritu Santo. San Agustín enseña que al igual
que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, el Espíritu Santo es el “alma de
la Iglesia.”
Lo que el alma es en nuestro cuerpo, lo es el Espíritu Santo al cuerpo de Cristo, la Iglesia (Sermón 267, 4: PL 38, 1231 D).
La presencia del alma en el cuerpo humano es lo que permite que los
mensajes se muevan a través del cuerpo. El cerebro puede provocar que
los dedos se mueva o el ojo vea. Pero esto no puede suceder en un cuerpo
muerto. El alma es lo que permite que los mensajes viajen por el
cuerpo. Si le quitas el alma, el cerebro no puede pedir mover los dedos
del pie y el estómago no puede pedir a las manos y la boca que le den de
comer.
Esto es en la comunión de los santos. El Espíritu Santo permite que
el sistema nervioso central del cuerpo de Cristo envíe mensajes de ida y
vuelta el uno al otro. El Espíritu Santo es quien da a los santos su
condición de “santos”.
Aquí viene una primera objeción. Si lo que usted dice es verdad y el
Espíritu Santo transmite “las peticiones de oración” de nosotros a los
demás cristianos en el cielo, ¿por qué no puedo enviar una petición de
oración por telepatía a un cristiano que vive en China?
La primera objeción se responde a cuenta del “tiempo y espacio.” Si
estamos separados por el tiempo y el espacio de otra persona, no podemos
comunicarnos. (Esto no es del todo cierto en la era de los teléfonos
celulares y correo electrónico).
El santo no es glorificado en el tiempo o el espacio. Esto es un
misterio. Así que él o ella de alguna manera pueden escuchar un millón
de oraciones “a la vez” por medio del Espíritu Santo, que es infinito.
Una segunda objeción. Si lo que usted dice es verdad y el Espíritu
Santo transmite “las peticiones de oración” de nosotros los cristianos
en el cielo, ¿por qué no nos pueden enviar mensajes personales a la
vuelta?
La segunda objeción se responde mediante el reconocimiento de que los santos a veces “envían mensajes” a los fieles en la tierra. Por ejemplo, san Gregorio de Nisa explica que San Gregorio el Iluminador recibió una visión en la que:
“Él escuchó que había aparecido una
mujer exhortando a Juan el Evangelista explicar a un joven el misterio
de la fe verdadera. Juan, por su parte, declaró que estaba totalmente
dispuesto a complacer a la Madre del Señor, incluso en esta materia y
que esto era lo más cercano a su corazón. Y así, la discusión llega a su
fin, y después de haber dejado bien claro y preciso para él, los dos
desaparecieron de su vista.” (San Gregorio de Nisa, Vida de San Gregorio Taumaturgo)
Aquí tenemos un ejemplo de la Santísima Virgen y San Juan apóstol que
aparecen a alguien en la tierra con un mensaje. La historia de la
Iglesia está llena de ejemplos de este tipo.
Una última objeción. ¿Pero no es la oración a los muertos un pecado de nigromancia?
Técnicamente, la nigromancia es consultar a los muertos con el fin de
discernir el futuro. La nigromancia palabra deriva de Nekros, “muerto”,
y manteia, “adivinación”.
En primer lugar, los santos en el cielo no están “muertos”. Ellos están vivos en Cristo, ¡más vivos que nosotros! “Él no es un Dios de muertos, sino de vivos; Ustedes están muy equivocados” (Marcos 12:27).
En segundo lugar, los católicos no pedimos a los santos oración para
que puedan predecir el futuro. Tal vez la tía de alguien en México haga
conjuros a través de la combustión de hierbas y la invocación a los
santos, pero eso no es lo que la Iglesia Católica enseña o promueve. Es
un abuso y no la norma.
En última instancia, los santos glorificados en el cielo asumen su
identidad sacerdotal como el pueblo de Dios. Esta identidad sacerdotal
implica la intercesión y para que ellos continúen el amor con nosotros,
lo único que ellos pueden hacer es orar por nosotros. “Estamos rodeados por una gran nube de testigos” (Hebreos 12:1).
¡Todos los Santos, rueguen por nosotros!