SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN
Tagaste, Argelia, África - Ostía, Antica, Italia
(332 †387)
Mónica significa: "dedicada a la oración y a la vida espiritual".
Patrona de las mujeres casadas y modelo de las madres
cristianas.
Oh, Santa Mónica, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa, y abnegada madre
de San Agustín. Dios, vuestras plegarias escuchó,
y vuestro esposo converso fue, y así, su alma
pudo volar hacia Dios. Viuda, y con vuestro
Agustín, rebelde, y sin causa, jamás dejasteis
de orar por su cambio y conversión, aunque los
maniqueos su alma habían tomado. Y, en un sueño
aquella voz secreta os habló, y os dijo: “tu
hijo volverá contigo”. Y, enseguida y presta,
se lo narrasteis a Agustín, y pensó él, que poco
os faltaba, para que maniquea fuerais. Y, vos,
a ello, le respondisteis: “En el sueño no me
dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el
hijo volverá a la madre”. Y, en medio de vuestra
aflicción, un Obispo os dijo: “Esté tranquila,
es imposible que se pierda el hijo de tantas
lágrimas”. Estas palabras siempre os fortalecían y
os daban confianza en el Dios vivo. Y, aunque
Agustín se fuga, vos, vais tras la “oveja perdida”.
Y, en el camino, San Ambrosio, os abrió su corazón
de bondad y de sabiduría lleno, os dio sabios
consejos, que trasmitisteis a Agustín, que impactado
quedaba. Más tarde, él, mismo lo escuchaba con
atención como de hijo y respeto, tanto que, al fin,
abrió su mente y corazón a la fe y las verdades
católicas, bautizándose, para alegría del cielo y
vuestra, en plena Pascua de Resurrección. Así, vos,
conseguisteis todo lo que anhelabais en esta vida,
y poder tranquila, de este mundo partir. Y, junto
al mar, mientras conversabais, con vuestro hijo,
exclamasteis: “¿ Y a mí que más me amarra a la tierra?
Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte
cristiano.” Y, poco después, vuestra alma al cielo
voló, para recibir celestial corona de luz y de gloria,
como justo premio, a vuestra entrega de amor total;
oh, Santa Mónica, “vivo amor, fe y esperanza en Dios”.
de la vida, su amada santa, y abnegada madre
de San Agustín. Dios, vuestras plegarias escuchó,
y vuestro esposo converso fue, y así, su alma
pudo volar hacia Dios. Viuda, y con vuestro
Agustín, rebelde, y sin causa, jamás dejasteis
de orar por su cambio y conversión, aunque los
maniqueos su alma habían tomado. Y, en un sueño
aquella voz secreta os habló, y os dijo: “tu
hijo volverá contigo”. Y, enseguida y presta,
se lo narrasteis a Agustín, y pensó él, que poco
os faltaba, para que maniquea fuerais. Y, vos,
a ello, le respondisteis: “En el sueño no me
dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el
hijo volverá a la madre”. Y, en medio de vuestra
aflicción, un Obispo os dijo: “Esté tranquila,
es imposible que se pierda el hijo de tantas
lágrimas”. Estas palabras siempre os fortalecían y
os daban confianza en el Dios vivo. Y, aunque
Agustín se fuga, vos, vais tras la “oveja perdida”.
Y, en el camino, San Ambrosio, os abrió su corazón
de bondad y de sabiduría lleno, os dio sabios
consejos, que trasmitisteis a Agustín, que impactado
quedaba. Más tarde, él, mismo lo escuchaba con
atención como de hijo y respeto, tanto que, al fin,
abrió su mente y corazón a la fe y las verdades
católicas, bautizándose, para alegría del cielo y
vuestra, en plena Pascua de Resurrección. Así, vos,
conseguisteis todo lo que anhelabais en esta vida,
y poder tranquila, de este mundo partir. Y, junto
al mar, mientras conversabais, con vuestro hijo,
exclamasteis: “¿ Y a mí que más me amarra a la tierra?
Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte
cristiano.” Y, poco después, vuestra alma al cielo
voló, para recibir celestial corona de luz y de gloria,
como justo premio, a vuestra entrega de amor total;
oh, Santa Mónica, “vivo amor, fe y esperanza en Dios”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
OTROS SANTOS
San Cesáreo
de Arlés. En
Arlés, de la Provenza, san Cesáreo, obispo, que, después de haber llevado vida
monástica en la isla de Lérins, recibió ese episcopado en contra de sus deseos.
Preparó y reunió sermones apropiados para las festividades que los presbíteros
debían leer con objeto de instruir al pueblo y escribió también reglas de vida,
tanto para hombres como para religiosas, para dirigir la vida monástica. (Siglo
VI)
San David
Lewis. En
la ciudad de Usk, en Gales, san David Lewis, presbítero de la Compañía de Jesús
y mártir, que, ordenado sacerdote en Roma, celebró ocultamente los sacramentos
en su patria durante más de treinta años y prestó ayuda a los pobres, hasta que
en el reinado de Carlos II fue ahorcado por ser sacerdote. (Siglo XVII)
San Gebhardo
de Constancia. En
el monasterio de Peterhausen, que él había fundado, en Suabia, sepultura de san
Gebhardo o Gebardo, obispo de Constancia. (Siglo X)
San Guarino
de Sión. En el monasterio de Aulps, en Saboya, muerte de san Guarino, Obispo de Sión, que siendo monje de Molesmes en tiempos de san Roberto, fundó este cenobio, que dirigió santamente y agregó a la Orden del Cister. (Siglo XII)
San Juan de
Pavía. En
Pavía, de la Lombardía, san Juan, obispo (c. 825). (Siglo IX)
San Licerio
de Couserans. En Cousernas, de la Aquitania, san Licerio, obispo, que, oriundo de Hispania, fue discípulo de san Fausto de Riez y con sus oraciones libró a la ciudad de ser destruida por los visigodos (c. 540). (Siglo VI)
San Narno de
Bérgamo. En
Bérgamo, en la provincia de Liguria, san Narno, que es considerado primer
obispo de la ciudad (s. IV). (Siglo IV)
San Poemeno
de Tebaida. En la Tebaida, en Egipto, san Poemeno o Pemón, abad, tenido en suma consideración entre los anacoretas
y del que se refieren muchas máximas llenas de sabiduría
(s. IV/V). (Siglo V)
San Rufo de
Capua. En
Capua, de la Campania, san Rufo, mártir (s. III/IV). (Siglo IV)
Beato Ángel
Conti. En Foligno, de la Umbría, beato Ángel Conti, presbítero de la Orden de Eremitas de San Agustín, insigne por sus
penitencias y humildad, y de suma paciencia al
recibir ofensas. (Siglo XIV)
Beato Carlos Renato Collas du Bignon. En
el brazo de mar ante el puerto de Rochefort, en Francia, beato Carlos Renato
Collas du Bignon, presbítero de la Sociedad de San Sulpicio y mártir, rector
del Seminario Menor de Bourges, que durante la Revolución Francesa, por el
hecho de ser sacerdote, fue encarcelado en una nave-prisión, muriendo a
consecuencia de la enfermedad que allí contrajo. (Siglo XVIII)
Beato Domingo de la Madre de Dios Barberi. En
Reading, en Inglaterra, beato Domingo de la Madre de Dios Barberi, presbítero
de la Congregación de la Pasión, que, buscando con empeño restablecer la unidad
de los cristianos, llevó a muchos al seno de la Iglesia católica. (Siglo XIX)
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